Europa no va a cumplir su objetivo de reducir a la mitad el número de fallecidos en la carretera fijado en su Programa de Seguridad Vial 2011-2020. Y peor aún, todos los datos y estudios empiezan apuntar a graves retrocesos.
Para revertir esta tendencia, en TISPOL Policías Europeas de Tráfico abogan por un cambio radical en las políticas de seguridad vial.
Volver a los principios fundacionales del “the police are the public and the public are the police” –la policía es el pueblo y el pueblo es la policía–, favorecer el uso de tecnología que implique la participación de la ciudadanía y que ésta colabore para expulsar a los infractores de la carretera.
Hay que mejorar en seguridad vial, pero de forma eficiente y económica. La austeridad ha llegado parece que para quedarse a las Agrupaciones de Tráfico de la Guardia Civil en España –la Guardia Civil de Tráfico ha pasado de 10.147 efectivos en 2010 a 8.985 en 2017–, pero también al resto de policías de tráfico europeas y así se hizo constar en el último congreso anual de TISPOL celebrado en Manchester al finales de 2017 con el lema “La oportunidad es de todos”. “Europa quiere resultados en su objetivo de reducir el número de personas muertas en la carretera y de nosotros esperan soluciones rentables, fórmulas para hacer más con menos –dijo la secretaria general de TISPOL, Ruth Purdie–.
Por el contrario, las policías estamos invirtiendo demasiado tiempo en labores de control de los conductores –de abuso de alcohol y/o drogas, velocidad, cinturón de seguridad, mantenimiento del vehículo–, en lugar de en vigilancia de carreteras, que es nuestro auténtico cometido”.
El camino a seguir para terminar con esta dinámica de pasos a ninguna parte, propone TISPOL, es implicar a la ciudadanía: dejar de pensar en la siniestralidad vial en términos de cifras para empezar a hacerlo en términos de personas; aumentar los esfuerzos en investigación de siniestros, orientando ésta última al objetivo principal de salvar vidas y no al de dirimir responsabilidades; apostar por la labor educativa y de concienciación, empezando primero por erradicar el “blame game”, juego de culpas o estereotipos de grupos de usuarios de las vías –“nosotros somos los que mejor sabemos que el que es idiota, lo es en bicicleta, conduciendo o andando”, afirma Jarmo Puustinen, de la policía de tráfico de Finlandia–; y por último, intentar influir en el comportamiento de la ciudadanía, implicándola en las tareas de respeto, cuidado y control de la seguridad vial.
En este sentido TISPOL solicita que todas las policías europeas exploren y adopten el mayor número de canales de comunicación posibles con la ciudadanía, fundamentalmente redes sociales donde se favorezca la interacción y no solo la difusión de mensajes y se facilite e, incluso, promocione, el uso de dash-cam en los vehículos, invitando a los usuarios a efectuar denuncias cuando son testigos de graves infracciones para la seguridad vial. “La mejor manera de avanzar en seguridad vial es teniendo una visión integrada e integradora, capaz de aunar técnicas tradicionales dentro de un enfoque moderno y tecnológico como es el actual –explica el coronel Paolo Cestra, presidente de TISPOL–. A día de hoy disponemos de drones, de ANPR (sistema de reconocimiento de matrículas), pero es de poco inteligentes renunciar a todas las posibilidades tecnológicas si el resultado último es aumentar la seguridad en colaboración con los ciudadanos. El camino es este último, hacer comunidad, y aquí es donde entran las dash-cam.
La estrategia policial debe poder contar con esta tecnología puesta al alcance de los usuarios de la carretera, lo contrario ni siquiera es ser poco innovador, si no muy irresponsable. La policía es el pueblo y el pueblo es la policía, nuestra labor parte también de recuperar esta filosofía y hacerla creíble”.
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